Autor: Ángel Tibán
Fecha: 2009
Colaboración: MICC, IEE
El reconocimiento e identificación individual y colectiva, ya sea por el espacio geográfico que habitamos, los lazos familiares o los cargos que desempeñamos, son características que nos reconocen como pertenecientes a un grupo, el cual al igual que los individuos, también los pueblos tienen nombre e identidad, reconociendo sus riquezas y deferencias con otros, afirmando su derecho a existir de manera distinta.
Cada uno de nosotros es un ser con características propias y además tenemos características comunes con otras personas, éstas pueden ser nuestros vecinos o vecinas que viven en el mismo espacio geográfico; también nos podemos reconocer como madres o padres, hijas o hijos, campesinos o campesinas, miembros de una organización, o como parte de un pueblo o nacionalidad. Estas características comunes hacen que nos reconozcamos como pertenecientes a un grupo.
Cuando la identidad de un pueblo es quebrantada y entra en crisis éste desaparece. Para reforzar la identidad de los pueblos y de las personas en las épocas de crisis es necesario hacer un doble trabajo: primero, re-descubrir y valorizar sus características como pueblo; segundo, analizar lo que provocó la crisis para intentar detenerla y al mismo tiempo aprender de otros pueblos todo lo que puede servir para reforzar la propia identidad y defenderla mejor.